EL PERRO GAUCHO


La historia que aquí les traigo, no es una más como tantas,
Viva leyenda que canta, por su nobleza y coraje.
Porque todo el paisanaje, recuerda al “Gaucho” y su historia,
Que vivirá en la memoria, por más que pasen los años,
Del pueblo Villa del Carmen, del interior de Durazno.

Fue por los años sesenta, cuando su amo se enfermara
Viendo que solo quedaba y en la tristeza se hundía
Porque Facundo sería, urgente hospitalizado
Cruzo bañados a nado, pa’ acompañar su agonía.
La soledad lo invadía, y su lealtad pronunciando.

“Perro Gaucho” lo llamaban, los botijas del colegio,
No muy grande, poco recio, y medio oscuro su pelo.
Pues el marchó sin desvelo, desafiando temporales,
Para aliviarle los males, al amigo de la vida,
Más de diez leguas encima, desalentado y flaqueando.

Andaba en el hospital, cabizbajo y en silencio,
Con el dolor muy adentro, por no dejarlo adentrar.
Lo corrían del lugar, porque perros no permiten,
Pero su mirada triste, terminó por convencer,
Y lo dejaron hacer, lo que su instinto le exige.

Su presencia inseparable, y su gesto de nobleza,
Le dio un lugar en la pieza, bajo la cama de su amo.
Pues el lamía su mano, para empujarlo a la vida,
Y así curaba la herida, de su propio corazón,
Pues presumía el dolor, que deja una despedida.

De a poco se fue apagando, la mirada de Facundo,
Y los aullidos de Gaucho, se quebraban en su mundo.
Y con un pesar profundo, viendo que su amo moría,
A toditos le pedía, inclinando la cabeza,
Por qué tanta dureza, hay en esta perra vida?

Al campo santo marcharon, y Gaucho marchó también,
Y se quedó junto a él, mientras todos lo velaron.
Y después se retiraron, de aquel lugar en silencio.
Se hizo amigo del tiempo, apenado, entristecido,
Hecho un ovillo dormido, como esperando el reencuentro.

Se había ganau el respeto, de toda la gente’el pueblo,
Que no encontraban consuelo, de verlo junto a su muerto.
Dia y noche con acierto, pasaba en el cementerio,
Un mes y tanto de duelo, y que nunca superó,
La falta de aquel amor, que lo partió por el medio.

Y se largó sin remedio, por las calles, vagabundo,
Ya sin importarle el rumbo, se aquerenció en la ciudad.
Con toda esa humanidad, habían querido adoptarlo,
Pero Gaucho sin embargo, fue de todos y de nadie,
Todo el pueblo quiso darle, su protectora amistad.

Y por su fidelidad, es que se ha ganado el bronce,
Para que el pueblo lo nombre, con orgullo y entereza.
Por ese amor y grandeza, la sociedad lo venera,
Perro Gaucho, si anduvieras, por las calles de mi vida,
Te adoptaría enseguida…. porque el amor no se muera.

Ricardo Ismael
28/05/2018

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