POESIA DE RICARDO ISMAEL

  La luna salió a encontrarle,  entre los palmares esteños, y apenas pudo mostrarse,  pues estaba empedrado el cielo. El susurro del viento acompaña, el canto lejano de algún tero, mientras escasas estrellas se muestran, y la musa tímida asoma, dibujando historias en el cielo. El poeta siente nostalgia, de amar su presencia plena, y se sumerge perdido, entre las sombras de las palmeras. En la penumbra, su pluma se eleva, buscando en la noche la inspiración, mientras la luna en su eterna prueba, ilumina el camino de su canción. Entre suspiros y versos entrelazados, el poeta se pierde en la oscuridad, donde las musas, en silencio guardados, le susurran secretos de la eternidad. La luna, confidente de sus anhelos, derrama su luz sobre el lienzo de papel, mientras el poeta, entre sueños y celos, teje versos de amor y de miel.  

Bajo el cielo de Rocha al amanecer, donde el sol y los palmares se encuentran, nace un romance eterno, sin temer, entre la luz y las hojas que se trenzan.   La palma butiacera, tan delicada, se inclina ante el sol con devoción, es la odorata, enamorada, que extiende sus hojas y se vuelve canción.   El butiá de los palmares, testigo fiel, guarda secretos del viento y el mar, mientras mi corazón, palmareño y cruel, late al ritmo de este eterno cantar.   La diagonal apariencia del horizonte, pinta un lienzo de colores en la piel, mientras el sol, que con su rayo desponte, guía nuestro sendero hacia el edén.   En este sueño bucólico y sin edad, donde la naturaleza y el amor se abrazan, encuentro mi inspiración, mi verdad, para escribir versos, que en mi alma se enlazan.   Ricardo Ismael  

  Sé que en estos momentos puedes sentirte abrumado/a por la angustia y el peso de las preocupaciones que te rodean. Quiero recordarte que no estás solo/a en este camino. Aunque parezca que las sombras de la incertidumbre se ciernen sobre ti, hay una luz que brilla en lo más profundo de tu ser, una luz que nunca se apaga. Permíteme ser esa voz que te susurra al oído palabras de aliento y fortaleza. Eres más fuerte de lo que crees, más valiente de lo que imaginas. Cada obstáculo que enfrentas es una oportunidad para crecer, para aprender, para transformarte en la mejor versión de ti mismo/a. A veces, la vida nos desafía de maneras que parecen insuperables, pero recuerda que dentro de ti reside un poder infinito, una fuerza indomable que puede superar cualquier adversidad. No permitas que la oscuridad borre tu brillo interior. Enfrenta tus miedos con coraje, abraza tus sueños con determinación y camina con paso firme hacia el futuro que deseas construir. Recuerda también que está bien pe

  En los rincones más oscuros de la noche, donde la tristeza se cierne como un manto, quiero que sepas que no estás solo, que en este camino te acompaña mi canto. Cada suspiro que escapa de tu pecho, es un eco que llega hasta mi alma, y en cada lágrima que se desliza, encuentro un motivo para ofrecerte mi calma. Aunque los días sean grises y sombríos, y la tormenta parezca no tener fin, sé que en la distancia hay una luz, que ilumina tu camino con su matiz. La amistad que nos une, aunque virtual sea, es un lazo que trasciende el tiempo y el espacio, y en cada verso que te escribo, te envío mi abrazo, eterno y cálido. En cada capítulo de la vida, un universo aguarda, quisiera llenarlo con palabras, que den alivio a tu alma. En ese universo gris, quiero ser el narrador de tu fábula y que cada historia, sea el cáliz de amor que en tu pecho se derrama. Levanta la cabeza, querido amigo, y deja que mis versos te llenen de aliento, juntos encontraremos la fuerza para seguir adelante, y en ca

En el silencio de la noche, contemplo el susurro de tu sueño, donde las estrellas se reflejan en la calma de tu rostro. Tu respiración es un suave murmullo, una sinfonía que acaricia mis sentidos y me transporta a un mundo donde los sueños y la realidad se entrelazan en un baile etéreo. Tu cabello, como las alas de una mariposa, se extiende sobre la almohada como un manto de seda, mientras la luz de la luna acaricia tu piel con suavidad, delineando cada contorno con su brillo plateado. En este momento de quietud, eres la personificación de la serenidad, un ser mágico que parece haber emergido de las páginas de un cuento de hadas. Tu presencia llena la habitación con una energía reconfortante, como si fueras la guardiana de los sueños más profundos y los secretos más íntimos. Y mientras te observo dormir, me pierdo en la profundidad de tus sueños, imaginando los mundos que exploras y las aventuras que vives en la vastedad de tu mente. Eres un universo en ti misma, un lugar donde la fant

En el otoño de su vida, como un árbol que ha presenciado el paso de las estaciones, se alza una mujer, bella y delicada, como una rosa en medio del vendaval. Sus ojos reflejan la experiencia, la sabiduría acumulada a lo largo de los años, mientras las mariposas revolotean a su alrededor, como los sueños que aún aguardan su momento.   Ha conocido las batallas, las luchas que marcan el camino de todo ser viviente, pero también los triunfos, las victorias que han esculpido su rostro en una serenidad sublime. En cada arruga se esconde una historia, en cada gesto una lección de bondad, ella es el testimonio vivo de la gracia que se obtiene al recorrer el camino con valentía y amor.   Que su paso por esta tierra sea como el baile de las hojas en el viento, suave, fluido, lleno de gracia y belleza. Que su corazón sea como un jardín en flor, siempre abierto a la esperanza y al amor, y que las mariposas sigan revoloteando a su alrededor, recordándole que los sueños nunca mueren.  

En los senderos del alma, donde el tiempo se detiene, donde los susurros del viento cuentan historias antiguas, caminamos descalzos, sintiendo las huellas bajo nuestros pies, explorando los recovecos del ser, en busca de respuestas íntimas.   Bajo el dosel de los árboles, entre sombras y lunas danzantes, los senderos del alma se despliegan como un mapa sagrado, guiándonos a través de los paisajes de la emoción, donde nuestra verdad más guardada, busca profunda comprensión.   A veces los senderos se tornan escarpados y tortuosos, cubiertos por la maleza de los temores y las dudas, pero en cada piedra, en cada bache del camino, encontramos lecciones que fortalecen nuestra alma desnuda.   Los senderos del alma son laberintos de encuentros y despedidas, donde los lazos del amor y la amistad se entrelazan, y donde las lágrimas derramadas, se convierten en semillas   Por eso, caminemos con valentía por esos senderos, explorando cada recodo a corazón abierto y sereno, porque en ese viaje en

  Aquel día se tornó melancólico para el sexagenario y tomó la iniciativa de emprender un viaje al pasado; decidió visitar la casa donde sus raíces se hundían en la tierra y sus recuerdos se tejían en las paredes; aquella propiedad, la que tantas veces resonó con las risas infantiles, pero que ahora, pertenecía a extraños. Al llegar, con paso inseguro pero decidido, se encontró frente a la puerta que alguna vez fue testigo de sus alegrías, cuando la abuela llegaba cargada de regalos en día de reyes o cuando los amigos llamaban para salir a jugar. Al tocarla, la madera rugió como si también recordara. Cuando se abrió, unos ojos desconocidos lo miraron con interrogantes. —"¿Qué se le ofrece?"— preguntaron, sin reconocer al hombre que estaba en frente. Con paciencia y nostalgia en los ojos, el hombre se presentó… —Buenas tardes, disculpas por la molestia. ¿Sabe? yo nací aquí— Y se quedó callado sin saber qué decir, pero la cara de la mujer frente a él permaneció impa

     Años atrás, en las noches estrelladas de Cabo Polonio, se hablaba de un romance mágico y eterno entre la luna y el propio cabo. Se decía que la luna, la deidad de la noche, quedó cautivada por su belleza surgente y singular, un lugar donde la tierra se encuentra con el océano en una danza interminable. La luna, se asomaba todas las noches en el cielo de Cabo Polonio arrojando su luz plateada sobre sus playas y roquedales sombríos. Era como si estuviera hechizada por la belleza del lugar y no pudiera resistirse a su llamado. Su amor por el cabo era inmenso, y se manifestaba en cada rincón de la costa.      Había momentos en que la luna, tal cual una tímida novia, jugaba a las escondidas como avergonzada de tanta admiración; sonrojada, se ocultaba detrás de las gigantescas dunas de arena que cuidaban aquel peñón rocoso mientras ellas, con movimientos casi imperceptibles, la dejaban nuevamente al descubierto.      El cabo, a su vez, se sentía atraído por la luna y le guiñaba su