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Mostrando entradas de agosto, 2013

AMOR DE VIAJERO

La tarde agoniza en mi litoral Y apenas un guijarro de sol atraviesa mi cristal Cruzando ríos montes y llanuras, En busca de tu frescura Que me haga suspirar. En mi latido viajero Hago dibujos en el cielo Cambiando estrellas de lugar, Llenando lunas inventadas Con tu sonrisa y tu andar. En cada verso respiro El perfume que necesito Para volver a empezar, Y emprender de nuevo el viaje Y así volverte a extrañar. Ah....sí supieras lo que vivo Al querer estar contigo Soy un naufrago en el mar, Y solo siento el hastío De esta triste soledad. Ya noche cerrada sobre el asfalto espectral Solamente las luces Saben que quiero llegar, Y más cerca te siento Porque menos lejos estás. Ay...Mi dulce enamorada A la espera de mis labios Tu piel me aclama, Con susurros y silencios Con la fuerza del alma. Pronto caeré en tus brazos Y me dirás que me amas Cuando al fundir nuestros cuerpos, Y nuestras manos entrelazadas Pueda decir que te amo Esposa mía del alma

LA NOCHE Y EL RIO

El crepúsculo viene a mi Como una sombra gigante El canto de la cascada me pide notas de canción Mientras el río se duerme perdiendo su color Ondas erizadas sobre el oscuro lecho Llegan hasta mi orilla, pedregosa y escarpada Desconocido habitante Que escurridizo se marcha Su rivera en el firmamento recortada Me trae un rojizo tenue Cada vez más lejos de mi mirada Reflejando en el espejo estrellas y luna enamorada El grillo nochero en su concierto vivaz En contrapunto perfecto con su otro par Agitan mi musa que vuela y trepa Como de fogata el humo en la noche ideal  Silencio... Ricardo Ismael desde Salto, DAYMAN Los abrazo

LA MAGIA DEL DAYMAN

La tarde salteña a principios de agosto, se caldeó con un tórrido viento del norte, que la transformó en una hermosa tarde de verano; en busca de paz y natura, me escapé de la gente, mi olfato guió a mis pasos, bordeé el puente, y a pocos metros ahí estaba..... majestuoso, errante, y eterno... el Daymán!! Me detuve por un instante, y mi corazón se llenó de monte, olvidando por completo el bullicio de la ciudad, recorrí su  rivera, hasta que el lugar preciso me invitó a descansar. Piedras negras y redondeadas por las crecidas, me ofrecieron un maravilloso asiento. El río corría muy lentamente, casi como por inercia, de este a oeste dejando ver pequeños rápidos que se formaban después de chocar con las piedras, que se asomaban sobre el espejo del lecho. Un cardumen alborotado quebró el silencio,que por momentos, hasta se podía oír. El pajarerío amistoso acompañaba mi soledad picoteando migajas, que entre mate y mate a propósito dejaba caer. Las gallinetas se zam