VERSOS DE MONTE Y RIO

 





¡¡Que razón tenía Morosoli cuando decía!!...
Las arenas del Santa Lucía, sí que son arenas,
y sus aguas, andan siempre entre las piedras.

Aquí, en la horqueta de Aguas Corrientes
bajo una negra alameda y el aroma de los tilos,
se mece manso el espejo del río,
que en su paso lento se queja.

Arrastrando cantos rodados y mojarras desprevenidas,
que se escurren por la intención atrevida, 
del que el trasmallo maneja. 

Como suspendida en el tiempo, 
allí quedó la Aero-silla que cruzaba el río, 
llena de líquenes viejos, 
perpetuando recuerdos idos,
como esperando un reencuentro.

La playa, rendida a los pies del visitante,
como el poeta en este instante, 
cual mi humanidad refleja.

La humedad en el pajonal quieta,
y el sarandisal bailando,
me miran deshojando una azucenita de río,
y mientras silbo bajito 
me dice, que aún me sigue amando.

Ricardo Ismael


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