HUELLAS EN EL UMBRAL DEL AYER

Aquel día se tornó melancólico para el sexagenario y tomó la iniciativa de emprender un viaje al pasado; decidió visitar la casa donde sus raíces se hundían en la tierra y sus recuerdos se tejían en las paredes; aquella propiedad, la que tantas veces resonó con las risas infantiles, pero que ahora, pertenecía a extraños. Al llegar, con paso inseguro pero decidido, se encontró frente a la puerta que alguna vez fue testigo de sus alegrías, cuando la abuela llegaba cargada de regalos en día de reyes o cuando los amigos llamaban para salir a jugar. Al tocarla, la madera rugió como si también recordara. Cuando se abrió, unos ojos desconocidos lo miraron con interrogantes. —"¿Qué se le ofrece?"— preguntaron, sin reconocer al hombre que estaba en frente. Con paciencia y nostalgia en los ojos, el hombre se presentó… —Buenas tardes, disculpas por la molestia. ¿Sabe? yo nací aquí— Y se quedó callado sin saber qué decir, pero la cara de la mujer frente a él permaneció impa...