Arenas de José Ignacio


Casi metido en el corazón del monte
y a la vez casi mojando sus pies en el mar,
encontré un hermoso lugar 
que tras las dunas se esconde.

Entre pinos, palmas, romerillos
por la noche escucho grillos que me regalan su cantar,
invitando a imaginar, 
el rumor del mar con el horizonte.

A lo lejos, el oleaje estruendoso 
se contrapone al silencio del hogar 
que me arrulla con versos de Neruda,
frente a los leños de una estufa,
crepitando sin parar.

Ah!, que tranquilidad se respira, cuanta calma en su vergel,
si le pregunto a la luna, sin duda ella responde, 
te seguiré amando aunque el tiempo quiera, 
depredar tu piel.

Un faro vigilante te guiña su ojo,
y la bruma despierta pasiones en tu espacio,
Olores de sal y espuma en tu posada, 
Arenas de José Ignacio.

Ricardo Ismael 


 

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