CONTIGO EN EL OCASO

 

Mientras la tarde se dormía en su ocaso
y el sol demoraba en marcharse,
cómo no queriendo entregar su cetro a la noche.

Te susurré al oído, como soñando un beso y pregunté:
¿caminamos?
al tiempo que nos miramos, y sonriente dijiste: ¡vamos!

La noche clara se cubrió de estrellas,
y se plateaba de luna llena, mientras tu mano y la mía 
se buscaban rozando apenas, cual amor inocente, 
entre las olas de aquella playa, que bañaban tu piel ardiente.

Tu silueta en penumbras, secretos del mar,
la brisa enredaba tu pelo y mi brazo rodeaba tu cuerpo,
como hilando magias de un cuento,
anhelando llegar al final.

Se me ocurre escribir tu nombre 
a lo largo del arenal, 
con caracolas y piedrecillas, detrás de aquel roquedal,
donde la ola nunca podrá jamás, borrar los recuerdos de nuestro historial.

De mi alma brotó un te quiero
igual que brotan las aguas, de la falda de los cerros 
y discurren por mis valles para dormir en tu pecho,
formando lagos cristalinos, donde navego en silencio.

Arriaré mis velas y anclare en tu puerto,
donde océanos y mares no castigan con sus vientos,
donde mis sueños vivirán siglos
y te amarán con ojos despiertos.

Ricardo Ismael






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