HACIA EL REMANSO


Déjame ver tu pecho al desnudo
Y consentir que se calcine mi piel, de tanto ardor incontrolado
Contemplando el horizonte de su redondez
Donde afloran latidos y llantos gimoteados

Déjame sorber la dulce humedad
De tu valle escondido
Como quebrada entre colinas
Con su río tendido

 Desde la cima he de volar
En intrépida caída
Provocando aludes,
Cascadas y rimas

Déjame observarte,
Con los ojos entreabiertos
Resignado a que tu alma
Se derrita por mi fuego

Temblorosa y eterna
Contenida y rendida
Velamen al viento
Te sueltas a la deriva

Déjame observarte,
Desde el torreón de mis sueños
Y mi urgencia en saciarte

Con todo lo que yo tengo

 Ricardo Ismael

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