CORAZON CAUTIVO

 

En la penumbra de mi mente herida,
yo quería olvidarte, pero no podía,
más tu recuerdo persistente,
como un río incesante no se desvanecía.
 
Elevé un muro de silencio,
una distancia entre tu vida y la mía
para evitar ver tu elegante danza,
cabalgando en tu corcel, por las mañanas cada día.
 
Intenté ocultar mi mirada tras un velo de humo,
puse ramas verdes ardiendo y me produje un ardor profundo,
pues no quería que me vieras en mi desolación
más eras en mi carne, un cuchillo afilado y puntiagudo.

El tiempo, implacable,
marchaba sin clemencia,
 mientras el eco de tu risa,
me dejó cautivo en la trampa de tu dulce presencia,
 
Oh, recuerdo invasor, dulce y amargo anhelo,
que persiste en mi alma, como eterno desvelo,
aunque busque olvidarte, sigues siendo melodía,
y el latido que en mi corazón encuentro.

 Ricardo Ismael


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